Más Allá de El Dorado: Un Refugio en el Altiplano

Cuando pensamos en los conquistadores españoles, la mente suele volar hacia imágenes de batallas, ambición y una búsqueda incesante de oro. Gonzalo Jiménez de Quesada, el fundador de Bogotá, no es una excepción. Su nombre está ligado para siempre a la leyenda de El Dorado. Pero, ¿y si te dijera que la historia más fascinante de Quesada no trata sobre un tesoro de oro, sino sobre un tesoro de paz y letras encontrado en un pequeño rincón del altiplano cundinamarqués? Ese lugar es Suesca, y esta es la historia de por qué un conquistador se enamoró de su paisaje y lo convirtió en su hogar y refugio.

La Ruta Hacia el Corazón Muisca: ¿Por Qué Suesca?

Para entender por qué Quesada llegó a Suesca, debemos retroceder a 1536. Tras un viaje brutal y casi suicida ascendiendo el río Magdalena desde la costa caribeña, Quesada y sus hombres, diezmados por las enfermedades, el hambre y la selva, finalmente emergieron a la sabana. Habían oído hablar de un poderoso reino en las tierras altas, rico en sal y esmeraldas. No buscaban Suesca específicamente, pero su avance por el territorio Muisca los llevó inevitablemente por las rutas comerciales que conectaban los centros de producción de sal, como Nemocón y Zipaquirá.

Suesca, situada estratégicamente en el camino que comunicaba estas importantes poblaciones con el territorio del Cacique de Tunja, se presentó como una parada lógica y providencial. Para hombres que venían de las tierras bajas y calurosas, el clima fresco y el paisaje abierto de Suesca debieron parecer un paraíso. El 14 de marzo de 1537, Quesada funda oficialmente el pueblo de Suesca, reconociendo su importancia no solo como un punto de paso, sino como un lugar ideal para establecer un cuartel general, descansar a sus tropas y planificar sus siguientes movimientos en la conquista del altiplano.

Mapa antiguo que ilustra la posible ruta de la expedición de Quesada por el altiplano cundinamarqués
La expedición siguió antiguas rutas comerciales Muiscas, lo que los condujo directamente a lugares estratégicos como Suesca.

La Casona de la Historia: El Origen del Hotel Casona Quesada

Aquí es donde la historia se funde con la leyenda. La tradición oral de Suesca, transmitida de generación en generación, afirma con fervor que la primera casa de estilo español del pueblo, la misma que hoy alberga al encantador Hotel Casona Quesada, fue el hogar del propio conquistador. Aunque los documentos que lo certifiquen de forma irrefutable son escasos —algo común en una época de registros precarios— la evidencia arquitectónica y la fuerza de la memoria colectiva son poderosas.

La Casona, con sus gruesos muros de adobe, su patio central y su teja de barro, es un libro abierto de la arquitectura colonial temprana. Se dice que Quesada, un hombre de leyes y letras, más que un simple soldado, encontró en este lugar la tranquilidad que necesitaba para pensar, planificar y, sobre todo, para escribir.

Donde los documentos callan, la tradición y la memoria colectiva construyen la historia de un pueblo. La Casona es el corazón de esa memoria en Suesca.

Folclorista local

“Los Ratos de Suesca”: El Tesoro Literario Perdido

Y es entre estos muros donde nace el mayor misterio de Suesca. Gonzalo Jiménez de Quesada no solo empuñaba la espada, sino también la pluma. Se sabe por los cronistas de la época, como Fray Pedro Simón, que durante su estancia en el pueblo, Quesada escribió un libro titulado “Los Ratos de Suesca”. Este no era un informe militar ni una carta al Rey; era una obra de reflexión personal, una colección de sus pensamientos y observaciones durante sus 'ratos libres' en el apacible entorno suescano.

Lamentablemente, el libro se perdió en la noche de los tiempos. Nunca sabremos con certeza qué contenía, pero podemos imaginarlo: descripciones detalladas de la flora y fauna que tanto lo maravillaron, apuntes sobre las costumbres del pueblo Muisca, reflexiones filosóficas sobre la conquista y el destino, y quizás, una oda a la paz que encontró junto a las imponentes rocas. 'Los Ratos de Suesca' es el verdadero tesoro perdido de Quesada, un tesoro intelectual que vale más que todo el oro de El Dorado.

Patio interior de la Casona Quesada con arquitectura colonial y plantas
Los muros de la Casona susurran historias de casi 500 años, incluyendo la creación de un libro perdido.

Leyendas y Susurros entre las Rocas

Pero la historia de tesoros no termina con el libro. Como en toda buena leyenda, también hay un tesoro material. Se cuenta en Suesca que, ante la llegada de los españoles, los Muiscas locales escondieron sus objetos de oro más preciados en las cuevas y grietas de las rocas. Otra versión de la leyenda susurra que el propio Quesada, temeroso de que le robaran su parte del botín, escondió una gran cantidad de oro y esmeraldas en algún lugar secreto de la Casona o sus alrededores.

Hasta el día de hoy, la leyenda sigue viva. Algunos huéspedes del hotel bromean sobre buscar pasadizos secretos, y los escaladores miran las cuevas en las rocas con un brillo de curiosidad en los ojos. ¿Verdad o ficción? Como toda buena leyenda, su encanto reside en el misterio.

El Legado de Quesada: Un Refugio que Perdura

Gonzalo Jiménez de Quesada no solo pasó por Suesca; la vivió, la escribió y la convirtió en su refugio. Su presencia marcó el inicio de una nueva era para el pueblo, pero su legado más interesante es esa elección personal de encontrar un remanso de paz en medio del caos de la conquista. Hoy, casi 500 años después, Suesca sigue siendo precisamente eso: un refugio. Un lugar donde miles de personas escapan de la ciudad para encontrar tranquilidad, aventura en sus famosas rocas de escalada e inspiración en su paisaje.

  • La Casona Quesada: No es solo un hotel, es un portal a la historia. Dormir entre sus muros es conectar con el pasado.
  • Las Rocas de Suesca: Testigos silenciosos de la llegada de los españoles y hoy, un paraíso para los aventureros.
  • El Camino Real: Parte de la antigua ruta que trajo a Quesada y que conectó la región durante siglos.
  • La gente: Heredera de una rica historia de encuentro entre dos mundos, que recibe al visitante con calidez.

La próxima vez que visites Suesca, mira más allá de las rocas y los paisajes. Detente frente a la Casona, cierra los ojos e imagina al conquistador, no con la espada en la mano, sino con la pluma, encontrando en la serenidad de Suesca sus 'ratos' de inspiración. Quizás, el verdadero Dorado nunca fue una ciudad de oro, sino un lugar para encontrar la paz. Descúbrela aquí: (Click Aquí)